Tuesday, April 03, 2007

Y en sus ojos siempre el dolor existió, todo fue porque en su niñez un malpa la violó y ella se vengó (Juanes - Rosario Tijeras)

Un bout de Rosario Tijeras, de Jorge Franco (Editorial Planeta - 2005), l'histoire de Rosario, racontée par Antonio, fou d'amour pour elle mais qui doit se contenter d'être son meilleur ami... Rosario qui a gagné son surnom grâce à sa première arme (une paire de ciseaux avec laquelle elle a castré son violeur, à l'âge de treize ans), bien qu'en grandissant elle se soit professionalisé en affinant son style (embrasser sa victime tout en lui tirant dessus à bout portant), et qui sort avec Emilio, l'ami d'enfance d'Antonio lorsqu'elle rentre de "mission".

"Cada vez estábamos más confundidos con Rosario. Se comenzaron a crear historias sobre ella y era imposible saber cuáles eran las verdaderas. Las que se inventaban no eran muy distintas de las reales, y el misterio y las desapariciones de Rosario obligaban a creer que todas eran posibles. En las comunas de Medellín, Rosario Tijeras se volvió un ídolo. Se podía ver en las paredes de los barrios: “Rosario Tijeras, mamacita”, “Capame a besos, Rosario T.”, “Rosario Tijeras, presidente, Pablo Escobar, vicepresidente”. Las niñas querían ser como ella, y hasta supimos de varias que fueron bautizadas María del Rosario, Claudia Rosario, Leidy Rosario, y un día nuestra Rosario nos habló de una Amparo Tijeras. Su historia adquirió la misma proporción de realidad y ficción que la de sus jefes. Y hasta yo, que conocí los recovecos de su vida, me confundía con las versiones que venían de afuera.
_ Emilio, ¿sí has oído todo lo que andan diciendo?
_ No me digás nada, viejo – decía-, que me estoy volviendo loco.
Entre los nuestros también se colocaron las historias incorroborables de Rosario, historias que tomaban un pedazo de realidad y el resto se iba añadiendo de boca en boca, acomodándose a las necesidades del interlocutor. Algunas de ellas nos incluían. Pero alcancé a escuchar tantas cosas que nunca pude recopilarlas para contárselas a ella, que gozaba hasta más no poder con lo que decían.
_ Contame, parcero, ¿qué más dicen de mí?
_ Que has matado a doscientos, que tenés muelas de oro, que cobrás un millón de pesos por polvo, que también te gustan las mujeres, que orinás parada, que te operaste las tetas y te pusiste culo, que sos la moza del que sabemos, que sos un hombre, que tuviste un hijo con el diablo, que sos la jefe de todos los sicarios de Medellín, que estás tapada de plata, que la que no te gusta la mandás tusar, que te acostás al tiempo con Emilio y conmigo... en fin, ¿te parece poquito? Qué tal que todo fuera verdad.
_ Todo no – me dijo-. Pero sí la mitad.
Ya hubiera querido ella que todo fuera cierto, y yo también. Porque mi sitio estaba en la mitad excluyente, con las historias que nunca tuvieron lugar, junto con el hijo del demonio, mentiras, porque Rosario nunca pudo tenerlos, junto a las tetas y el culo artificiales, porque yo se los toqué, una sola vez, una sola noche, y nunca antes ni después tocaría algo más real, más de carne, más hermoso; junto a la Rosario que era hombre, mentiras, porque no existía nadie tan mujer.
_Qué más dicen, parcero, contame más.
_ Puras güevonadas. Imaginate. Dizque yo ando enamorado de vos.
_ ¡Eh! Ya no saben qué inventar –dijo ella y me mató.
_ Imaginate –dije yo agonizante."

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