Sunday, April 01, 2007

Agujero, quiero salir de este agujero, quiero tomarme el mundo entero (Jox - Agujero)

Depuis mon arrivée je fais un rattrapage intensif de littérature colombienne. Pour apporter ma pierre aux événements littéraires du mois, je vous propose donc quelques transcriptions de paragraphes de mes dernières lectures.

Pour ouvrir le bal, la première page de Sin tetas no hay paraíso, de Gustavo Bolívar Moreno (Quintero Editores - 2005), l'histoire basée sur des faits réels de Catalina, qui du haut de ses quatorze ans à Pereira a une idée très particulière de l'ascension sociale: trouver à tout prix l'argent de l'augmentation mamaire qui lui permettra de passer du statut de prostituée de quartier à celui d'épouse de trafiquant de drogue:

"Catalina nunca imaginó que la prosperidad y la felicidad de las niñas de su generación quedaban supeditadas a la talla de su brasier. Lo entendió aquella tarde en que Yésica le explicó, sin misericordia alguna, por qué el hombre que ella esperaba con tanta ilusión la dejó plantada en la puerta de su casa :
_¡Por las tetas ! ¡ “El Titi” prefirió llevarse a Paola, porque usted las tiene muy pequeñas, parcera !
Con estas agraviantes palabras Yésica puso fin al primer intento de Catalina por prostituirse, mientras Paola ascendía sonriente a la lujosa camioneta que la conduciría a una hacienda de Cartago donde, por 500 mil pesos, haría el amor y posaría desnuda para un narcotraficante en ascenso con ínfulas de Pablo Escobar apodado “El Titi” en la playa de una descomunal piscina, al lado de otras mujeres igual de ignorantes y ambiciosas y junto a innumerables estatuas de mármol y piedra de las cuales brotaba agua con aburrida resignación.
A pesar de su corta edad, acababa de cumplir los catorce años, Catalina quería pertenecer a la nómina de Yésica, una pequeña proxeneta, apenas de un año mayor, que vivía de cobrar comisiones a la mafia, por reclutar para sus harenes las niñas más lindas y protuberantes de los barrios populares de Pereira.
El descarnado desplante de “El Titi” frustró para siempre a Catalina quien nada pudo hacer por evitar que de sus ojos brotaran ráfagas mojadas de odio y autocompasión. No tengo buena ropa, no me mandé a alisar el pelo, le parecí muy niña, decía, rebuscando en su mente algunas disculpas que pudieran atenuar su humillación. Pero Yésica no la quería engañar. Escueta y crudamente diagnosticó la situación con honestidad aún sabiendo que cada palabra suya le taladraba el orgullo y el ego, pero sobre todo el alma a su pequeña amiga:
_ Paola las tiene más grandes y ante eso, no hay nada que hacer, amiga.
En un segundo intento por reivindicar su naturaleza y su orgullo Catalina llevó sus manos a los senos y se defendió de una nueva humillación replicando que “las tetas” de Paola eran de caucho y que las suyas, aunque muy pequeñas, eran de verdad. Cansada de la pataleta de su vecina de infancia Yésica sepultó su rabieta con el mismo, único y contundente argumento:
_ No importa hermana, las de Paola pueden ser de caucho, de madera o de piedra, pueden ser de mentiras, pero son más grandes y eso es lo que les importa a los “tales” parce: ¡que las niñas tengan las tetas grandes!
Catalina aceptó con rabia y resignación la despiadada explicación de Yésica y maldijo con odio a “El Titi” por haberla privado de obtener sus primeros 500 mil pesos con los que pensaba hacer un gran mercado para mitigar el hambre de su familia a cambio de que su madre le permitiera abandonar para siempre el colegio. El estudio la indigestaba y para ella resultaba de tanta importancia dejar de asistir a la escuela como empezar a ganar dinero a expensas de su inconcluso cuerpo."

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